La bioseguridad es un conjunto integral de medidas encaminadas a proteger la salud animal en las explotaciones ganaderas. Estas medidas abarcan tanto aspectos de infraestructura como prácticas de manejo, con el objetivo principal de prevenir la introducción y propagación de agentes infecciosos. Su implementación es crucial para mantener a los animales libres de enfermedades infecciosas y parasitarias, asegurando así la salud del rebaño.
Podemos diferenciar dos niveles de bioseguridad:
Bioseguridad externa
Este nivel se centra en la interacción de la granja con el mundo exterior. Su propósito es crear una barrera que impida la entrada o salida de patógenos. Incluye medidas como:
Control riguroso en la compra de animales (origen, estatus sanitario y cuarentena)
Protocolos de transporte animal
Gestión adecuada de residuos (purines, estiércol y cadáveres)
Aseguramiento de la calidad microbiológica del agua y alimentos (pienso/forraje)
Control del acceso de personal y visitantes
Control de plagas y vectores
Diseño y mantenimiento apropiado de las instalaciones
Bioseguridad interna
Este nivel se enfoca en prevenir la diseminación de agentes infecciosos dentro de la explotación. Comprende estrategias como:
Implementación de programas sanitarios, incluyendo vacunación
Manejo de animales por grupos de edad
Aislamiento de animales enfermos
Establecimiento de protocolos de limpieza y desinfección
La aplicación efectiva de estas medidas en ambos niveles es fundamental para mantener un alto estándar de salud animal y productividad en las explotaciones ganaderas.